miércoles, 28 de marzo de 2007

Modernidad líquida

La era de la modernidad sólida ha llegado a su fin. ¿Por qué sólida? Porque los sólidos, a diferencia de los líquidos, conservan su forma y persisten en el tiempo: duran. En cambio los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Por eso la metáfora de la liquidez es la adecuada para aprehender la naturaleza de la fase actual de la modernidad. La disolución de los sólidos es el rasgo permanente de esta fase. Los sólidos que se están derritiendo en este momento, el momento de la modernidad líquida, son los vínculos entre las elecciones individuales y las acciones colectivas. Es el momento de la desregulación, de la flexibilización, de la liberalización de todos los mercados. No hay pautas estables ni predeterminadas en esta versión privatizada de la modernidad. Y cuando lo público ya no existe como sólido, el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen total y fatalmente sobre los hombros del individuo.

El advenimiento de la modernidad líquida ha impuesto a la condición humana cambios radicales que exigen repensar los viejos conceptos que solían articularla.

Zygmunt Bauman examina desde la sociología cinco conceptos básicos en torno a los cuales ha girado la narrativa de la condición humana: emancipación, individualidad, tiempo/espacio, trabajo y comunidad. Como zombis, esos conceptos están hoy vivos y muertos al mismo tiempo. La pregunta es si su resurrección -o su reencarnación- es factible; y, si no lo es, cómo disponer para ellos una sepultura y un funeral decentes.

Referencia bibliográfica:
BAUMAN, Zygmunt. 2002. Modernidad líquida. Buenos Aires : Fondo de Cultura Económica. 232 p.

Cómo hacer que funcione la globalización

Con este nuevo libro, el premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz retoma los temas que exploró en su anterior éxito de ventas El malestar en la globalización con el objetivo de alabar los logros de la reforma del orden económico mundial, identificar los retos pendientes y presentar su visión del futuro.

A partir de su experiencia académica, de un interés profundo y duradero por las naciones en vías de desarrollo y del tiempo dedicado a trabajar sobre el terreno en docenas de países de todo el mundo, Stiglitz nos informa y ofrece soluciones a las cuestiones más urgentes de la actual controversia sobre la globalización. Con especial atención a las políticas que se han demostrado eficaces, el autor presenta una nueva línea de pensamiento sobre el alivio de la deuda, la deslocalización, las multinacionales, la planificación de los recursos naturales y el desarrollo sostenible.

Provocador y perspicaz, este libro promete dar un nuevo impulso al debate sobre cómo reparar la economía global.
Hasta ahora, la economía había dirigido la globalización, sobre todo mediante la reducción de los costos de transporte y comunicación. Pero la política le había dado la forma. Las reglas del juego las fijaron, en gran parte, los países industrializados, y no sorprende que modelaran la globalización con el torno de sus propios intereses.

En la actualidad, el debate ha pasado del reconocimiento general de que no todo el proceso globalizador es positivo y de que hay una base real para el malestar, a un análisis más profundo que relaciona políticas específicas con errores concretos. Los expertos y los políticos coinciden en las áreas en las que deben producirse cambios y en este libro Stiglitz se ocupa de la cuestión más espinosa: ¿cómo hacemos para que funcione la globalización? ¿Qué cambios serían necesarios para que la globalización cumpla con las expectativas o, al menos, se acerque a ellas?

Referencia bibliográfica:
STIGLITZ, Joseph E. 2006. Cómo hacer que funcione la globalización. Buenos Aires : Taurus. 433 p.